Joaquim Elcacho, 07.06.2020 (La Vanguardia)
RheoDx, surgida del Centre de Recerca Matemàtica, inicia ensayos preclínicos de su nuevo dispositivo
La empresa Rheo Diagnostic (RheoDx) tiene un doble origen científico. Por una parte, la investigación científica liderada por Aurora Hernández-Machado, catedrática de Física de la Materia Condensada en la Universitat de Barcelona e inventora de la tecnología y, de forma paralela, los modelos desarrollados desde el Centre de Recerca Matemàtica (CRM).
El trabajo de ambas partes hizo posible el registro en el 2016 de una primera patente y, en el 2017, el grupo promotor presentó la iniciativa de empresa al programa de transferencia tecnológica The Collider, del Mobile World Capital Barcelona. El apoyo de esta iniciativa que hace coincidir el mundo científico y la empresa hizo posible los primeros pasos de RheoDx.
La tecnología base de este proyecto es un microrreómetro, un instrumento de laboratorio que se usa para medir la forma en que fluye un líquido, mezcla o suspensión bajo la acción de fuerzas externas. “Los reómetros convencionales son aparatos muy grandes y costosos, mientras que el de RheoDx es mucho más pequeño, puede funcionar con una muestra de solo una gota de fluido, es muy rápido y tendrá un coste relativamente económico”, explica Oliver Balcells, consejero delegado de esta spin-off del CRM.
Los dos principales objetivos en la primera fase de este proyecto empresarial son que el nuevo dispositivo ayude a la detección de enfermedades en la sangre y a la mayor eficiencia de las transfusiones de sangre. En el primer apartado, el dispositivo de RheoDx puede detectar “problemas como las anemias hemolíticas, desórdenes plaquetarios, poliglobulias, hemopatías malignas y también enfermedades infecciosas como la malaria”, indica Balcells.
Muy relacionado con el problema de las anemias hemolíticas, el nuevo dispositivo de Rheo permitiría mejorar la eficiencia de las transfusiones de sangre. “En concreto, en los pacientes que reciben transfusiones de forma recurrente, el nuevo dispositivo permite determinar con mayor precisión el volumen de sangre que necesitan, de forma que se podría reducir la cantidad de sangre utilizada y el número de transfusiones”.
El dispositivo de RheoDx está compuesto de tres partes principales. Un consumible –en el que se deposita la gota de sangre– dotado de un microcanal por el que pasa el líquido y donde se calcula la velocidad y la viscosidad. En una segunda parte del dispositivo se analizan todos los datos recogidos, y en la tercera parte los modelos matemáticos de este sistema facilitan la obtención de datos que son de gran utilidad clínica.
“Hasta el momento hemos superado la validación experimental, en laboratorio; es decir, hemos demostrado que la tecnología funciona para las aplicaciones indicadas. Para la siguiente fase, que empezamos este mes de junio, hemos construido aparatos portables que instalaremos en hospitales”, indica Balcells. Esta validación durará hasta finales de este año o principios del 2021.
Con la respuesta que se obtenga de esta atención con pacientes y del personal sanitario RheoDx acabará de mejorar el dispositivo para avanzar en las pruebas clínicas y llegar al mercado a finales del 2021 o principios del 2022, explica Balcells.
El proceso regulatorio que se sigue en este caso es el de productos de diagnóstico, de complejidad similar a la de una aparato médico, pero más ágil que un medicamento o fármaco de nueva creación.
RheoDx completó en abril del 2019 una primera ronda de inversión participativa de 350.000 euros, articulada a través de Capital Cell, plataforma especializada en biomedicina, y, de forma paralela, han conseguido una cantidad similar de diversos proyectos y préstamos de entidades públicas.
“Buscamos una nueva ayuda para acabar de completar la fase preclínica y una ronda de financiación de serie A para principios del 2021, de entre 1,5 y 2 millones de euros, suficiente para llegar al mercado y hacer el primer despliegue comercial”, explica Oliver Balcells.
El sistema de detección podría llegar al mercado a finales del 2021 o principios del 2022
La fracción orgánica de los residuos es la que más necesita mejorar
El proyecto de investigación científica Decost, cofinanciado por la Unión Europea y coordinado por el Centro Tecnológico Beta, de la Universitat de Vic, trabajará durante tres años en el desarrollo de sistemas cerrados y descentralizados de compostaje comunitario y doméstico a partir de residuos orgánicos urbanos.
La iniciativa cuenta con la participación de ocho socios de España, Italia, Grecia, Jordania, Israel y Palestina y pretende que los municipios y los vecinos “tengan un papel primordial a la hora de valorizar los residuos orgánicos y darles salida vía proyectos de agricultura urbana, mejorando los porcentajes actuales de recogida de la fracción orgánica”.
Dos de las pruebas piloto de este proyecto las llevarán a cabo investigadores del Centro Tecnológico Beta en la comarca de Osona. En el municipio de Les Masies de Roda, el proyecto Decost permitirá incorporar un sistema de compostadores comunitarios por todo el municipio para tratar la totalidad de los residuos orgánicos que se producen, complementando el cambio del sistema actual hacia el puerta a puerta. El proyecto también permitirá probar un sistema de tratamiento de la fracción verde en el barrio de Sant Llàtzer y Quatre Estacions de Vic basado en el compostaje comunitario, con la idea de resolver necesidades actuales de este barrio y ofrecer al mismo tiempo nuevas soluciones para otros barrios con características urbanísticas similares. Con el nuevo sistema, los investigadores prevén reducir los residuos orgánicos y valorizar entre 1.500 y 2.000 toneladas anuales.